Avances en Entrenamiento Médico Militar By Barry D. Smith May 08, 2015 Revista EMSWORLD

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El estruendo de las aspas del helicóptero atraviesa el aire húmedo en un claro de la selva tras las líneas enemigas. A bordo, yace un soldado herido en una camilla con un goteo intravenoso de plasma en su brazo. El piloto acelera el paso de las aspas del rotor y el helicóptero se eleva en su lento viaje hacia un hospital del Ejército de Estados Unidos. Esta escena no tuvo lugar en Vietnam sino en Birmania durante la Segunda Guerra Mundial en 1945. Fue una de las primeras veces que se utilizó un helicóptero para transportar a un soldado herido desde el campo de batalla.
Veinte años más tarde, se produjeron miles de escenas similares durante la Guerra de Vietnam. Para entonces, se habían creado las unidades de ambulancia aérea del Ejército de EE.UU., que usaban la señal de llamada Dustoff, con la única tarea de llevar soldados heridos a hospitales quirúrgicos tan pronto como fuera posible. Casi 900.000 pacientes fueron transportados por estas unidades al final de la participación estadounidense en la guerra. Desde entonces, las unidades Dustoff han acompañado a las tropas estadounidenses en los conflictos más importantes. El éxito de sus operaciones en Vietnam se convirtió en el catalizador para el nacimiento de la industria de la ambulancia aérea civil en la década de 1980.

Entrenamiento Medico a la Fuerza Aerea
Mientras que las ambulancias aéreas civiles contaban con enfermeros y paramédicos altamente capacitados, la formación para los médicos de vuelo del Ejército de EE.UU. consistía en un curso básico de Técnicos de Emergencias Médicas (NREMT - EMT) sobre administración intravenosa y entrenamiento avanzado sobre las vías aéreas. Además, los médicos de vuelo tomaron el curso de Soporte Vital Cardiaco Avanzado (ACLS), Educación Pediátrica Prehospitalaria (PEPP) y Soporte Vital en Trauma Prehospitalario (PHTLS).
Cuando una unidad vuelve a los EE.UU. después de una gira de combates, se hace una Revisión Después de la Acción (AAR) que enumera los desempeños positivos y negativos. La AAR para unidades médicas comenzó a reflejar la falta de habilidades en cuidados críticos de los médicos de vuelo al tratar y transportar pacientes muy enfermos y heridos graves. Sin embargo, sin datos definitivos, el Ejército no pudo actuar frente a estos testimonios. Nada cambió hasta que una unidad en particular trabajó en Afganistán.
Alrededor de dos tercios de todas las unidades de ambulancia aérea del Ejército de Estados Unidos están en la Guardia Nacional del Ejército o en la Reserva. Muchos de los médicos de vuelo de estas unidades trabajan como paramédicos civiles para los cuerpos de bomberos y servicios de ambulancias. En 2009, se desplegó en Afganistán la Compañía C, 1er Batallón del 168o Regimiento de Aviación (C-1/168). Era una unidad de ambulancia aérea de la Guardia Nacional del Ejército con 12 helicópteros UH-60 Black Hawk de California y Nevada, más otros tres Black Hawks y tripulaciones de la Guardia Nacional de Wyoming. Casi todos los médicos de vuelo tenían experiencia como paramédicos civiles.
“Nuestra unidad desarrolló su propio conjunto de protocolos para los médicos de vuelo mientras nos movilizábamos hacia Afganistán”, explica Steve Park, un ex médico de vuelo del Ejército que desplegó con C-1/168. En ese momento, Park también era un paramédico de la Autoridad Regional de Servicios Médicos de Emergencias en Reno, Nevada. Hoy es un bombero-paramédico del Distrito de Protección contra Incendios de North Lake Tahoe en Nevada. “Nuestro suboficial encargado (NCOIC) de los médicos de vuelo, Rob Walters, un paramédico del Departamento de Bomberos de Sacramento, California, desarrolló tales protocolos. Estos eran bastante agresivos, con cosas como secuencia de intubación rápida (RSI) y solumedrol para lesiones en la cabeza. Una vez en el país, tenían que ser aprobados por la cirujana de la brigada que estaba a cargo de todos los médicos de vuelo. Ella se mostró reacia a permitir este nivel de atención, pero Walters le enseñó todas nuestras certificaciones para demostrar que sí podíamos hacerlo. Queríamos ofrecer este nivel de atención a nuestros pacientes. Seguíamos diciendo que si cada persona en nuestros lugares de origen merecía atención de nivel paramédico, también lo merecían nuestros soldados. Tuvimos que luchar por lograrlo, pero finalmente nos dieron un período de prueba con nuestros protocolos. Una vez que su personal vio lo que pudimos hacer, nos permitieron usar nuestros propios protocolos.”
“Tuvimos la suerte de que uno de nuestros pilotos de helicóptero era un farmacéutico que también tenía algo de experiencia prehospitalaria. Antes de que desplegáramos, nos dio varias clases sobre algunas de las medicinas que usaríamos y estaba atento a cualquier pregunta mientras desplegábamos”.
“En Afganistán, hacíamos el trabajo tradicional de vuelo médico pero también transportábamos cuidados críticos desde los Equipos Quirúrgicos Avanzados (FST) de 60 a 90 minutos o más tiempo, vuelos con muchos medicamentos en gotas. Los FST contaban con un par de cirujanos, un par de enfermeros y algunos técnicos quirúrgicos. Normalmente los pacientes eran trasladados en helicóptero a un Hospital de Apoyo en Combate (CSH) en Bagram o Kandahar dentro de las horas posteriores a la lesión. El CSH del Ejército era el equivalente a un centro de traumas de nivel 1. Los FST hacían la cirugía para salvar vidas para estabilizar a los pacientes hasta que pudieran llegar a los cirujanos de la CSH.
En lo que más tarde se convertiría en un elemento clave para mostrarle al Ejército el beneficio de la formación a nivel paramédico, los médicos de vuelo del C-1/168 desarrollaron un robusto sistema de historial clínico.
“Todos pensábamos que no tendríamos que lidiar con las historias clínicas en Afganistán y solamente brindar atención médica”, dice Park. “Sin embargo, nuestro NCOIC Rob Walters insistió en tener buenos registros. Queríamos poder hacer identificación clínica en nuestras misiones. Juntamos las mejores partes de historias clínicas diferentes para elaborar una que satisfizo nuestras necesidades y condiciones. Comenzó como una historia de papel y luego se volvió electrónica. Uno de nuestros chicos era muy bueno con las computadoras y pudo usar un sistema del Ejército para crear un informe electrónico de atención al paciente (PCR). Revisábamos los datos sobre el uso de medicamentos, atención médica y pacientes difíciles o exigentes. Nos mantuvo al tanto. El recorrido del paciente también quedaba registrado en su expediente para que el personal médico que lo reciba sepa qué atención tuvo en el camino”.
Los médicos de vuelo en Afganistán ya no sólo trataban a soldados jóvenes con lesiones traumáticas, sino también a contratistas viejos con problemas de salud como diabetes y ataques al corazón, niños enfermos y heridos y civiles de edad avanzada, y pacientes gravemente heridos recién salidos de cirugía con ventiladores, varios fluidos intravenosos y medicamentos. También los transportaban por grandes distancias y los cuidaban por un máximo de dos horas.
El teniente coronel Robert Mabry, MD, cirujano del batallón de fuerzas especiales, fue enviado a Afganistán en 2005. “Yo era paramédico antes de convertirme en médico”, dice Mabry, “así que sabía que el nivel de atención en los programas de vuelos civiles era muy alto. Eso plantó una semilla que pensé que necesitábamos para mejorar la formación de los médicos de vuelo del Ejército. Me dirigí hacia los médicos encargados del programa y me dijeron que no había pruebas de que estuviéramos haciendo algo mal”.
“Oí sobre una unidad de ambulancia aérea de la Guardia Nacional del Ejército que contaba principalmente con paramédicos civiles para sus médicos de vuelo. La unidad era la C-1/168. Usando sus informes de atención a los pacientes, hice un estudio que muestra las diferencias entre los resultados de cuando los médicos de vuelo eran también paramédicos civiles. Observé todos los resultados de los pacientes gravemente heridos que llegaron en helicóptero a los grandes hospitales de trauma en Bagram y Kandahar y su tasa de supervivencia fue de hasta 48 horas”.
“Comparé la evolución de los pacientes de la unidad de ambulancia aérea que trabajaba un año antes de la C-1/168 mientras la C-1/168 estaba en el país, y la unidad que trabajó después de que la C-1/168 volviera a casa. El estudio mostró un 66% menos de probabilidades de morir con los paramédicos civiles de la C-1/168. Ese es un gran número. Yo esperaba quizás una diferencia del 15%, no del 66%. Esto le dio al Ejército los datos que necesitaba para hacer un cambio en los niveles de formación de los médicos de vuelo”.

Entrenamiento mejorado
El cuerpo médico del Ejército de Estados Unidos decidió actualizar la formación de todos los médicos actuales y nuevos de vuelo a paramédicos - NREMT y también agregar un curso de EMT-Paramédico en transporte de cuidado crítico. El nuevo programa de formación se inició en 2012 y se divide en tres fases. Cada fase corresponde a un nivel civil de capacitación prehospitalaria de acuerdo con el currículo del Departamento de Transporte de Estados Unidos.
La Fase 1 es de cinco semanas en Fort Rucker, Alabama, sede de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. El médico parte como un Técnico certificado en Emergencias Médicas – Básico. Cuentan con instructores de UH-60 Blackhawk para practicar sus habilidades en el interior del vehículo que van a utilizar. También utilizan una torre especial para el entrenamiento en alturas.
La Fase 2 es la formación de paramédicos. Es un curso de 27 semanas con el Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Texas (UTHSC) en San Antonio, Texas. Incluye 1.054 horas de formación con 300 a 500 horas de tiempo clínico con pacientes reales. Es impartido por instructores civiles.
La Fase 3 es un curso paramédico de cuidado crítico (CCP) de ocho semanas. El plan de estudios se basa en el programa CCP de la Universidad de Maryland Baltimore. Se compone de tres semanas de entrenamiento didáctico en UTHSC y cinco semanas de tiempo clínico. Los estudiantes hacen su tiempo clínico ya sea en UTHSC o en el Centro Médico Brooke Army (BAMC). Los turnos involucran la sala de operaciones para procedimientos en las vías aérea, varias salas de cuidados intensivos / críticos, la unidad de quemados, el laboratorio de cateterismo cardíaco, la unidad de cuidados intensivos neonatales y la unidad de cuidados intensivos pediátricos, y obstetricia para la entrega de recién nacidos. Esta fase hace énfasis en el desarrollo de habilidades de pensamiento crítico.
La parte final del curso CCP integra cómo los médicos encajan en el sistema de atención médica militar con los protocolos que van a utilizar en el escenario de atención al paciente. También incluye una clínica veterinaria, ya que atenderán a los perros heridos de trabajo militar.
El desafío para los médicos de vuelo del Ejército frente a los médicos de vuelo civiles es que los civiles normalmente deben tener de tres a cinco años de experiencia paramédica en ambulancias terrestres en un sistema de alto volumen antes de que sean aceptados en un programa de vuelo paramédico civil. Los médicos del Ejército van a través de los programas de formación uno tras otro. El objetivo de la sección del CCP es exponer a los médicos de vuelo del Ejército a tantos pacientes críticos de todos los tipos como sea posible.
“Vamos a incrementar hasta cuatro clases al año”, explica el Sargento de Primera Clase George Hildebrandt, Suboficial encargado del programa CCP. “Nuestro objetivo es producir 232 médicos de vuelo por año que pasen por las tres fases de formación. La Guardia Nacional es la que más lo necesita, ya que la mayoría de las unidades aéreas de ambulancia se encuentran en la Guardia”.
“El reto más grande para el personal de la Guardia es estar lejos de su carrera civil normal por 10 meses de formación. A menudo se pueden desplegar inmediatamente después de la escuela por un año más. Así, podrían estar lejos de su hogar y trabajo por dos años. Tenemos por lo menos cinco franjas de la Guardia Nacional y cinco de la Reserva del Ejército en cada curso. El objetivo es que todos los médicos de vuelo actuales estén entrenados para el 2017. El Ejército planea duplicar el número de médicos de vuelo en 2017 a alrededor de 1200”.
El Programa de Formación Home Station se creó para permitir a las unidades enviar médicos de vuelo actuales a un programa local de formación de paramédicos civiles para capacitar sobre la Fase 2. Hasta el momento lo están utilizando las unidades de Dakota del Sur y Colorado. Esto es beneficioso en especial para las unidades de la Guardia Nacional. El programa civil debe cumplir con las normas del Ejército y dictar el programa en el tiempo estipulado de 27 semanas. El Ejército luego paga la matrícula, cuotas y libros del programa. La unidad de la Guardia Nacional luego pone al estudiante en orden de modo tal que se le paga mientras va a la escuela. Hay una unidad de servicio activo que envía a 11 estudiantes a través de un programa en Colorado. Las unidades locales encuentran los programas por su propia cuenta. Es una manera eficaz de entrenar a los soldados y mantenerlos cerca de casa para la etapa más larga de la formación.
“Sostenerse es la otra cara de la moneda”, afirma Mabry. “La primera parte es la formación. Una vez que están capacitados, debemos mantener sus conocimientos. Este va a ser uno de los grandes retos de este programa. Hay algunas unidades que ya están haciendo los arreglos para dar formación mediante los programas locales de ambulancia aérea civil yendo con ellos a misiones reales. Además, los médicos de vuelo podrían trabajar para agencias civiles EMS en sus horas libres para ganar experiencia y dinero extra para ellos mismos. Todavía se está diseñando gran parte de la estructura logística”.
“Lo que espero que suceda es que el Ejército desarrolle algunas relaciones regionales con los principales centros médicos para que los médicos de vuelo puedan recibir formación sin ir demasiado lejos de sus estaciones locales. También podemos traerlos de vuelta a Fort Sam Houston cada cierto tiempo para actualizar su formación”.
El Ejército también busca mejorar la documentación a medida que los nuevos médicos de vuelo tratan a los pacientes. La historia clínica del paciente documentará toda la atención que le han dado los médicos de vuelo para el personal médico que trate al paciente horas o días después. También ayudará con proyectos de investigación prehospitalaria, así como proporcionar oportunidades de garantía / mejoramiento de la calidad a los médicos de vuelo.
La Dirección de Propuestas de Evacuación Médica del Ejército de EE.UU. en Fort Rucker, Alabama, está trabajando en un conjunto estándar de amplios protocolos del Ejército que será utilizado por los nuevos médicos de vuelo. Las unidades locales tendrán la posibilidad de ajustar estos protocolos basados en las condiciones locales y el conjunto de habilidades de los médicos de vuelo.
Los médicos de vuelo del Ejército de Estados Unidos tienen una larga historia por cuidar a los enfermos y heridos en algunas de las circunstancias más difíciles que se pudieran imaginar. Las lecciones aprendidas de las guerras de Irak y Afganistán han encontrado su lugar en la medicina civil de emergencias, y la atención avanzada prehospitalaria civil ha encontrado un lugar en el ejército.

Helicóptero HH-60M Black Hawk
El UH-60 Black Hawk es el helicóptero asignado a las unidades de ambulancia aérea del Ejército de Estados Unidos. El último modelo es el HH-60M. El HH se considera una versión especial con un interior médico y otras adiciones a la estructura de la aeronave estándar Black Hawk. El HH-60M está reemplazando a las versiones anteriores del Black Hawk en unidades de ambulancia aérea. Se espera que entren en el juego un total de más de 350. El modelo básico M ha mejorado los motores y las aspas del rotor para lograr una mayor capacidad de carga y un mejor rendimiento en días calurosos y grandes altitudes. También tiene lo que se conoce como una cabina de "Cristal". Esto significa que los instrumentos mecánicos estándar han sido sustituidos por cuatro pantallas multifuncionales que se parecen a las pantallas de un computador. Tiene un sistema incorporado de GPS y una pantalla de mapa móvil digital que muestra dónde está el helicóptero así como el terreno a su alrededor. El helicóptero puede volar a 170 mph.
El paquete de ambulancia aérea HH incluye una cápsula suspendida con una cámara Prospectiva Infrarroja (FLIR) que "ve" el calor de los objetos. Esto puede ser útil en la noche y en condiciones de baja visibilidad. La cápsula también contiene una cámara de bajo nivel de luz. La característica principal del paquete de HH es un interior médico en la cabina que es muy similar a la que se encuentra en una ambulancia aérea civil. Tiene seis camillas, tres a cada lado de la cabina, con elevadores hidráulicos. Las camillas están ordenadas hacia delante y hacia atrás. A medida que se carga a un paciente, la camilla se levanta por lo que el próximo paciente se puede cargar. Además de las luces blancas estándar, la cabina está equipada con gafas de visión nocturna compatibles con las luces. También hay dos asientos principales sobre los rieles de la cabina que giran 180 grados para la tripulación.

Otras características de la cabina médica son:
  • Sistema de generación de oxígeno interno con tres puntos de salida a cada lado de la cabina
  • Salidas de vacío para la aspiración, tres a cada lado de la cabina
  • Ventilador de transporte Impact Modelo 754
  • Monitor cardíaco Zoll CCT / desfibrilador
  • Monitor Propac Encore
  • Bomba intravenosa de tres canales
  • Calefacción de cabina independiente y sistema de aire acondicionado
  • Sistema de paquetes suaves en las paredes para mantener los suministros médicos
  • Surtido de tablillas y otros equipos que se encuentran en cualquier ambulancia
Entrevista completa con el Ex Sargento Steve Park, Ejército Médico de Vuelo de Estados Unidos
“Cuando nos desplegamos, nuestra unidad suministraba al Ejército las ambulancias aéreas de todo Afganistán. Se dividieron los helicópteros en destacamentos en Kandahar, Bagram y una unidad de tres helicópteros de Equipos Quirúrgicos de Avanzada (FST) a una Base de Operaciones Avanzadas (FOB) cerca de la frontera con Pakistán. Los helicópteros con base en Kandahar y Bagram se turnaban en las FOB. A menudo, estos eran destacamentos de una sola nave. Debíamos tener escoltas que podrían ser helicópteros de combate del Ejército o de la Marina. Las tripulaciones estaban de vuelta a la base principal de 1 a 2 semanas. En varias ocasiones yo estaba ubicado en el Camp Bastion con los infantes de Marina de Estados Unidos. No había estructuras duras de verdad; vivíamos en tiendas de campaña”.
"Había dos hospitales de apoyo en combate (CSH) que eran iguales a un centro de traumas de nivel 1, uno en Bagram y otro en Kandahar. El centro encargado de transportar al paciente desde el lugar en el que tuvo la lesión dependía de su ubicación. Cuando estaba trabajando fuera de Bastion, devolvíamos a los pacientes a una unidad médica británica con un mayor nivel de cuidado que una FST”.
“Los FST contaban con un par de cirujanos, un par de enfermeras y algunos técnicos quirúrgicos (OR). Normalmente los pacientes eran trasladados en helicóptero a un CSH. Muchas veces yo esperaba a que los pacientes salieran de la cirugía, recibieran un informe del cirujano para luego llevarlos en mi helicóptero. Los FST hacían la cirugía para salvar vidas para estabilizar a los pacientes hasta que pudieran llegar a los cirujanos del CSH.”
“Afganistán era un campo de batalla distinto desde el punto de vista de la medicina. Hasta entonces, la formación tradicional de médicos de vuelo funcionaba bien; por ejemplo, un vuelo corto con un soldado herido que podría necesitar control de hemorragia, fluidos y posiblemente de las vías aéreas. En Afganistán, hacíamos el trabajo médico de vuelo tradicional, pero también el transporte de cuidados críticos desde el FST en vuelos de 60 a 90 minutos o más con varios medicamentos en gotas. A veces teníamos más gotas que bombas de canal. Por lo tanto, tuvimos que trabajar con los médicos y enfermeras del FST para entender las cosas. Podíamos suspender unas gotas e inyectar al paciente con ciertos medicamentos, ya que sólo teníamos una bomba de tres canales”.
“También queríamos hacer lo que llamamos vuelos cola-a-cola. Para mantener helicópteros disponibles y cerca de sus áreas de respuesta, podíamos encontrarnos con otra nave durante el trayecto entre su FOB y el CSH y aterrizar en un sitio seguro y trasladar al paciente de un helicóptero a otro”.
“La tripulación tradicional de un helicóptero de evacuación médica es de dos pilotos, un jefe de equipo y un médico de vuelo. Nuestros compañeros en la parte de atrás eran los jefes de equipo. Era increíble la forma en que nos ayudaron con la atención a los pacientes. Los entrenamos para que nos ayudaran. Nosotros también les ayudamos tanto como pudimos con el mantenimiento básico del helicóptero, el cual era su trabajo. En combate, todo el mundo trabaja para lograr el objetivo de la unidad de dar el mejor cuidado a nuestros soldados, así que realmente nunca estábamos por nosotros mismos en la cabina con los pacientes. Si supiéramos que vamos a una misión muy seria, tal vez con varios pacientes, tomaríamos otro vuelo médico”.

"Utilizamos un monitor-desfibrilador Zoll CCT, un monitor Propac Encore, una bomba intravenosa de tres canales, un ventilador Eagle Vent, un maletín para traumas, y básicamente todo lo que se puede encontrar en una ambulancia paramédica civil. La mayoría de los médicos de vuelo tenían una bolsa en la pierna con torniquetes, un kit de cricotomía y otros equipos respiratorios. Hicimos principalmente intubaciones con el balón de neumotaponamiento como un refuerzo. Usamos oxígeno embotellado. Algunos helicópteros tenían un sistema de generación de oxígeno, pero parecía que nunca funcionaban bien. Teníamos un sistema de bolsas para los equipos que colgaban de las paredes de la cabina para mantener así el suelo despejado para los pacientes”.
Tuvimos una selección muy variada de los pacientes. No eran sólo soldados jóvenes y sanos con lesiones traumáticas. Teníamos civiles afganos pediátricos y geriátricos, así como contratistas civiles estadounidenses con diversos problemas de salud. Esta es otra área donde nuestra experiencia paramédica civil nos ayudó enormemente. Tuvimos pacientes pediátricos con quemaduras y pacientes traumatizados con lesiones de minas terrestres. Hay millones de minas terrestres en Afganistán que se remontan desde hace más de 50 años. Pudimos hacer los electrocardiogramas (ECG) de 12 derivaciones e interpretarlos. Tuve un paciente con infarto de miocardio con elevación de segmento (IAMCEST) que era un viejo contratista civil”.
“El CO2 al final de la espiración fue de gran ayuda con nuestros pacientes intubados. Realmente no se puede oír sonidos pulmonares atrás de un helicóptero Black Hawk. Ese fue un gran desafío para nosotros como paramédicos, al no poder escuchar sonidos pulmonares o incluso hablar con nuestros pacientes debido al ruido. Llevaba una pequeña pizarra para poder comunicarme con mis pacientes. A veces les poníamos un auricular para poder hablar con ellos. Tuvimos que encontrar formas de evitar estos problemas”.
“A menudo no podíamos comunicarnos con nuestros pacientes afganos en lo absoluto debido a la barrera del idioma. También tuvimos que ser empáticos con sus creencias culturales, especialmente con pacientes mujeres. Yo diría que del 40% al 50% de los pacientes eran afganos. Fue un gran desafío”.
Park trabajaba para la Autoridad Regional EMS (REMSA) en Reno, Nevada, cuando fue enviado a Afganistán en 2009. Él de vez en cuando enviaba un correo electrónico a los empleados para que supieran lo que era trabajar como médico de vuelo en una zona en guerra. El siguiente es un extracto de uno de esos correos electrónicos:
Sábado - 02 de mayo de 2009
Hola a todos,
Me gustaría poder informar que las cosas han sido lentas, pero ese no es el caso. Hemos estado recibiendo alrededor de 4 a 6 llamadas al día aquí en Bagram con un promedio de 1,5 a 2 horas por vuelo y casi todas las llamadas están relacionadas con traumas, como estoy seguro de que podrán imaginar. Las lesiones por artefactos explosivos improvisados (IED) y los neurotraumas parecen ser las más comunes, con una gran parte que son de pediatría. La amenaza aérea contra nosotros parece ir en aumento, ya que nos han disparado varias veces y nuestras bengalas (sistemas de defensa) se apagan en casi todos los vuelos, lo cual los asustaría tanto incluso si ya lo prevenían.
El otro día recibimos una llamada desde el lugar de una lesión en el que teníamos que hacer un aterrizaje de dos ruedas en la cima de una montaña. El paciente recibió un disparo en el pecho, y durante su evacuación nuestro helicóptero escolta recibió el fuego de armas livianas y una granada propulsada por cohete (RPG). Recibimos otra llamada en donde hablábamos con nuestro helicóptero escolta de combate Apache, que estaba a punto de aterrizar, cuando un cazabombardero F-15 que daba vueltas por encima nos ordenó a todos despejar ya que vio a algunas personas haciendo cosas malas en la zona a la que íbamos, así que lanzó una bomba sobre ellos; fue bueno saber que nos estaban vigilando.
En general, las cosas van muy bien, aunque creo que la mayoría de nosotros ya estamos listos para volver a casa y seguir adelante con nuestras vidas. Yo personalmente he visto suficientes traumas para toda la vida. Estoy aprendiendo muchas cosas todos los días y las experiencias que he vivido aquí son inolvidables. Al igual que en casa, algunas llamadas te afectan más que otras, pero aquí la brutal realidad de la guerra es un hecho cotidiano.
Aquí hay algunas cosas que nunca deberíamos hacer:
  • poner torniquetes en las piernas de los niños que están sangrando por trauma masivo causado por minas terrestres o IED
  • ubicar muchos niños en las camillas pues no habría suficiente espacio en el helicóptero para todos
  • descomprimir a los niños con aguja muchas veces
  • ver los pulmones de los niños a través de los agujeros que hay en su pecho
  • quedarse sin torniquetes en una sola llamada
  • cambiarse de uniformes varias veces en un solo día porque están saturados con sangre
  • esperar que la siguiente llamada sea de un trauma normal con un solo paciente
  • pasar dos horas limpiando la sangre de su aeronave.
Gracias por escuchar,
Steve Park





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