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Machete mambí, como origen del uso del machete de las bandas dominicanas

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mambí, sa según la RAE 

https://dle.rae.es/mambi

1. adj. Dicho de una persona: Participante en la insurrección independentista contra España producida en Santo Domingo y Cuba en el siglo XIX, o partidario de ella. El padre fue general mambí. U. t. c. s. La guerra de los mambises.

2. adj. Perteneciente o relativo a los mambises. Machete mambí. Tropas mambisas.


¿QUÉ ES UN MACHETE?
El machete es una herramienta diseñada para cortar cañas pero recientemente utilizada también como arma. Se presenta con una empuñadura y una hoja ancha, a veces curva y con un solo filo. El machete suele medir unos 55-60 cm. de largo.

¿DONDE Y CUANDO SE UTILIZA EL MACHETE?
Uso como herramienta de trabajo: El machete se puede utilizar como herramienta agrícola para abrirse el camino en zonas con cañas o arboles y donde el camino todavía no está marcado. Lo suelen utilizar los habitantes de África, Asia, América Latina y en los países tropicales donde la vegetación se apodera del paisaje y se necesitan quitar las hojas y las plantas. Al principio nació como herramienta para cortar la caña de azúcar.

Uso como arma: El machete en los últimos años ha tomado pie como arma de defensa. Muchos trabajadores agrícolas, lo llevan como herramienta de trabajo y de defensa contra animales salvajes. El ejercito estadounidense los adoptó en la guerra de Vietnam y la legión francés también los utilizaban como arma de combate cuerpo a cuerpo. En el continente africano sigue siendo una de las armas blancas mas utilizadas.

FORMA DE LA HOJA DEL MACHETE
La hoja del machete puede tener varias formas dependiendo del uso que se le va a dar:

Hoja clásica
es el machete clásico, la base de la hoja suele ser mas fina que la parte final y suele tener una forma curva acercándose a la punta. El lomo suele ser recto. Vale para cortar cualquier caña o planta.

Hoja curva
mantiene la misma forma que la hoja clásica pero es curva hacia el lomo.

Hoja espartana
tiene la típica forma de la espada espartana (muy puntiagudo).

Hoja japonesa
tiene la hoja con la misma medida de ancho en la base y cerca de la punta. La punta es muy parecida a la de la katana.

Hoja kukri
tiene la forma de una daga kukri: hoja curva hacia el filo y mas ancha en la parte final. Perfecta para cortar plantas bajas en la base.

Lomo del machete:

Lomo liso
Lomo dentado
sirve para cortar las plantas mas duras o madera.

PARTES DEL MACHETE
Estas son las partes que componen un machete:

Mango
suele ser de caucho, ABS o madera. Puede tener forma ergonómica para los dedos o ser de empuñadura recta.

Guarda
presente solo en algunos machetes. Sirve para proteger los dedos.

Hoja
puede ser de diferentes dimensiones o formas. Suele ser de acero, acero Inoxidable, acero al carbono o molibdeno vanadio.

Lomo
puede ser curvo, recto, liso o dentado.

Tenemos machetes para todos los gustos y aptos para los trabajos agrícola. Todos ellos vienen bien afilados y con su funda de cuero o de nylon. Los mas famosos son el machete mad zombie, el machete explorer y el clásico cortacañas. Si necesitas un consejo estamos disponibles para ayudarte a elegir el que mejor se adapte a tus necesidades.



https://www.cuchillosnavajas.com/es/61-machetes



Otra entrada que contiene la forma «mambisa»:

Historia
No hay acuerdo sobre el verdadero origen del machete. Se especula que proviene del bracamante, un arma de hoja ancha y un solo filo usada en la Europa medieval y renacentista. También se cree que puede haberse derivado de la machaira romana[1] o de las armas que usaban los árabes y que los ibéricos conocieron durante la reconquista. En los barcos de los colonizadores españoles viajaron los primeros machetes que llegaron a Cuba. De las bodegas de provisiones de los barcos pasaron a las plantaciones como herramientas de trabajo.

El machete como arma de guerra en Cuba
En 1741, los colonos españoles, junto a partidas de negros e indios, usaron estas armas para expulsar a invasores ingleses en el poblado de San Anselmo de Tiguabos. En 1762, el regidor de Guanabacoa, José Antonio Gómez -mejor conocido como Pepe Antonio-, resistió con sus milicianos armados con machetes una nueva invasión inglesa. Esta vez las fuerzas británicas, más numerosas, lograron llegar a La Habana.

Usados por el Ejército Libertador Cubano
El Ejército Libertador Cubano utilizó machetes como armas durante las Guerras de independencia de Cuba, eran más funcionales que los pesados sables europeos y a la vez más fáciles de conseguir. Se fabricaban en armerías artesanales y en fraguas locales. También los laborantes y los expedicionarios que surtían de armas a los mambises en la manigua, se los proporcionaban, cada vez que lograban que llegara a la isla alguna expedición.

Llegaron a ser tan populares que de ser un arma complementaria, se convirtieron en un implemento imprescindible para poder batallar, ya que en las contiendas mambisas la precariedad y la escasez eran lo común que tenían que soportar los insurrectos; por lo que las armas de fuego y las municiones por lo general escaseaban, de tal manera que el que tenía un machete, mocha o cuchillo ya tenía algo con lo que enfrentar al enemigo. La mocha cañera, o machete cañero, fue el arma regular de los más humildes, sobre todo los antiguos esclavos que las usaban en los campos de caña y otras labores agrícolas donde los explotaban los esclavistas y que al insurreccionarse las trajeron consigo al unirse al Ejército Libertador.

Primera carga al machete[2]

Máximo Gómez es reconocido por la mayoría de los historiadores como el autor de la primera carga al machete.
Aunque Pepe Antonio y otros cubanos, españoles radicados en Cuba, aborígenes y cimarrones usaron el machete como arma de guerra, para defender sus territorios o para protegerse a sí mismos, se considera que la primera carga al machete[3], como tal, ocurre durante la Guerra de los diez años dirigida por Máximo Gómez[4].

Mostrando éste sus dotes de militar de profesión, prepara una emboscada a una tropa española cerca del poblado de Baire, en el lugar conocido como Tienda del Pino. Acostumbrados a las técnicas de la guerra regular, los ibéricos estupefactos ante la horda de mambises que al grito de

¡Al Machete!
se lanzaron como leones sobre ellos desafiando las balas, no lograron reponerse y más de la tercera parte de la tropa quedó fuera de combate. La hazaña le valió a Gómez los grados de General del Ejército Libertador[5].

Los españoles también lo usaron
Esta herramienta demostró ser tan útil que hasta el ejército ibérico de operaciones en Cuba lo adoptó en 1872 (sobre todo por su eficiencia a la hora de abrir caminos en las tupidas maniguas cubanas)[6] así que quedó incorporado como arma complementaria de guerra de las tropas españolas, mientras el sable quedó destinado, casi exclusivamente, al uso de la oficialidad y a algunos que otros voluntarios y lacayos de la metrópolis.

Machete mambí

Machete preferido por los mambises
Existían varios tipos de machetes, y cada cual usaba el que podía conseguir, los mambises preferían los de un solo filo, muy pesados y largos. Antonio Maceo blandía un machete de 73 centímetros de largo cuando murió en la finca de San Pedro. Máximo Gómez utilizaba un machete que medía 86 centímetros.

No obstante, José Guillermo «Guillermón» Moncada debe haber empuñado el machete mas grande que tal vez se ha usado en Cuba en la época de las Guerras de Independencia. Guillermón ha de haber tenido un brazo muy poderoso para levantar con agilidad un machete de 130 centímetros.

La guarda, objeto que convertía a una herramienta de trabajo en un arma de guerra

Variantes de guardas
Los machetes, como están diseñados para ser un instrumento de trabajo, por lo general no llevan guarda, así que los mambises para no ser descubiertos en sus labores conspirativas se la quitaban y cuando comenzaban las beligerancias se la volvían a poner.

Nombres de algunos machetes usados en Cuba
Guanabacoa
Filo
Calabozo
Yerro
Collín
Quimbo
Yaguarama
Lengua de jobo
Calabozo
Vease también
Machete
Sable
Espada
Cuchillo
Carga al machete
Mambises
Arte militar en Cuba
Bibliografía
Castellanos, Adolfo G.:Libertad, Cuba y su apóstol. Ed.La Rosa Blanca, La Habana, 1890.
Collazo, Enrique: Desde Yara hasta el Zanjón. Centenario 1868, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1973.
Camps y Feliú, Francisco: Españoles e insurrectos. La Habana, 1890.
Varona Guerrero, Miguel: La Guerra de Independencia en Cuba,1895-1898. Volúmenes I, II y III. Editorial Lex, La Habana, 1941.
Betancourt Agramonte, Eugenio: Ignacio Agramonte y la Revolución Cubana. Imprenta Dorrbecker, La Habana, 1928.
Cassasús, Juan J. E.: Vida de Ignacio Agramonte. Imprenta Ramentol, Camagüey, 1937.
Centro de Estudios Militares de las FAR. Diccionario Enciclopédico de Historia Militar de Cuba, Primera Parte (1510-1898). Tomo I. Biografías. Ediciones Verde Olivo, La Habana. 2001.
Tomo II. Acciones combativas. Ediciones Verde Olivo, La Habana. 2004.
Colectivo de Autores. Atlas Biográfico. Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz Departamento. Empresa Occidental de Geodesia y Cartografía. s/l. 1989.
Sed Nieves, Gustavo: Generales camagüeyanos. DOR Comité Provincial del PCC de Camagüey.
Fuentes
https://www.tiempo21.cu/2018/11/04/machete-cubano-temible-arma-combate
https://www.todocuba.org/10-datos-curiosos-sobre-el-machete-la-terrible-arma-de-guerra-de-los-cubanos
http://es.wikipedia.org/wiki/Machete
https://www.nostalgiacuba.com/el-machete-mambi-principal-arma-de-guerra/
http://www.adelante.cu/index.php/noticias/nacional/1903-mambises.html Periódico Adelante
https://www.thecubanhistory.com/2019/03/el-machete-terrible-weapon-of-war-of-the-cubans-photos/
https://www.armas.es/arma-blanca/el-machete-abriendose-paso-en-jungla-y-combate
http://www.ffil.uam.es/equus/warmas/online/machairakopisfalcata.pdf
Referencias
For a good summary of the evidence, see F. Quesada Sanz: "Máchaira, kopís, falcata" in Homenaje a Francisco Torrent, Madrid, 1994, pp. 75-94.
García, Pedro Antonio (2018): «Cuba 1868: el machete como arma. Aunque hay antecedentes de su uso anterior en unidades con disposición combativa, es con Máximo Gómez que se inserta definitivamente en el arte militar cubano», artículo publicado el 29 de octubre de 2018 en el sitio web del periódico Bohemia (La Habana).
“La primera carga al machete, de Manuel Octavio Gómez: Cine, mito y revolución” Artículo de Santiago Juan-Navarro publicado en Cinéma et Révolution cubaine. Eds. Julie Amiot and Nancy Berthier. Lyon: Université Lyon 2 – GRIMH, 2006. 105-113.
http://www.listindiario.com/la-republica/2011/11/17/211322/Maximo-Gomez-heroe-y-luz
En el Ejército Libertador cubano
Pichardo, Esteban (1861). «Manigua». Diccionario provincial casi-razonado de vozes cubanas (3ª edición). Habana: Imprenta del Gobierno, Capitanía General y Real Hacienda por S. M.


Machete mambí

Machete preferido por los mambises
Existían varios tipos de machetes, y cada cual usaba el que podía conseguir, los mambises preferían los de un solo filo, muy pesados y largos. Antonio Maceo blandía un machete de 73 centímetros de largo cuando murió en la finca de San Pedro. Máximo Gómez utilizaba un machete que medía 86 centímetros.

No obstante, José Guillermo «Guillermón» Moncada debe haber empuñado el machete mas grande que tal vez se ha usado en Cuba en la época de las Guerras de Independencia. Guillermón ha de haber tenido un brazo muy poderoso para levantar con agilidad un machete de 130 centímetros.

Nombres de algunos machetes usados en Cuba
Guanabacoa
Filo
Calabozo
Yerro
Collín
Quimbo
Yaguarama
Lengua de jobo
Calabozo

El término mambí

Mambises en combate
Los miembros del Ejército Libertador Cubano eran conocidos como mambises. Mambí es un vocablo, de formas sustantivas y adjetivas, aplicado al cubano separatista contra España, especialmente al que luchaba en armas por la cesación del coloniaje y el advenimiento de la independencia nacional. Mambí es una palabra africanoide, concretamente bantú, construida sobre una raíz, mbí, que tiene numerosas acepciones despectivas.

Los españoles comenzaron a usarla en Santo Domingo, contra los dominicanos que no se sometieron a su gobierno a mediados del siglo XIX. Mambí quería decir insurrecto, bandido, criminal, revoltoso, infame, malo, lo mismo allá por el Congo y tierras africanas. Los militares españoles que evacuaron a Santo Domingo y llegaron a Cuba al bregar contra el insurgente cubano lo llamaron también mambí. Esa denominación despectiva pasó a ser apelativo honroso.

El campamento mambí
Los exploradores seleccionaban el lugar donde iba a ser levantado el campamento, a conveniencia de los planes de la Jefatura. El lugar ideal para acampar estaba cerca de alguna fuente de agua, en un área intrincada y fácil de defender en caso de ataque. El campamento se hacía los más desplegado posible, para dar la impresión al enemigo que observara las fogatas de que se trataba de una fuerza mayor de la que en realidad era.

La guardia del campamento
Los centinelas eran situados en lugares estratégicos, escondidos entre el follaje y los árboles. Las postas detenían a cualquiera que se acercase con el grito de ¡Alto, quién va? y, al contestársele pedían que se acercaran para reconocerlo. Entre los mambises la respuesta a la voz de alto era ¡Cuba! o ¡Cuba libre!

Los guardias se relevaban cada una, dos o cuatro horas, según el orden interior de la tropa. Los centinelas relevados iban a descansar cerca de los oficiales y junto a los retenes, que estaban listos para reforzar las postas o para prestar servicios imprevistos. Después del toque de silencio, algunos oficiales y clases permanecían despiertos, turnándose durante toda la madrugada para asegurar que no se hiciera ruido y cuidar los pertrechos y el equipo de sus unidades. Esta guardia era la llamada "imaginaria".

La escolta
De regimiento en adelante, las fuerzas estaban autorizadas a crear una escolta para la Jefatura. Los hombres que la integraban eran seleccionados por su valor y coraje, formaban una pequeña fuerza de choque. Los escoltas consistían en partidas de aproximadamente veinte hombres de caballería (aunque podían a llegar a ser más de 80, en casos especiales), armados lo mejor posible y que estaban bajo las órdenes de un teniente o un capitán.

Los asistentes
A los encargados de conseguir alimentos para los oficiales y cuidar de su equipo se les llamaba asistentes. Estos hombres eran importantes pues dejaban el tiempo libre para que los oficiales se encargaran de los asuntos militares. Cuando la tropa conseguía carne de res, esta se repartía entre todos por igual; pero en caso contrario, cada cual se las arreglaba como podía. El oficial dependía de la comida que consiguiera su asistente, de otra manera se quedaba sin comer. A partir del grado de comandante hasta el de coronel, estos oficiales tenían derecho a dos asistentes; y los generales, hasta cuatro si era necesario, pues los asistentes hacían trabajo de ayudantes y de mensajeros. Casi siempre, eran hombres muy viejos para combatir o eran reclutas que aún no habían podido arrebatarle un arma al enemigo.

El oficial del día
Cada uno de los oficiales, pasado cierto tiempo, era designado, durante 24 horas, como oficial del día, o jefe del día. El oficial del día recibía la guardia al amanecer y era responsable de las postas y del orden interior del campamento hasta el día siguiente. Él aseguraba que se enterraran los desperdicios, se pasara la lista, se hiciera silencio después del toque de corneta. También tenía a su cargo el orden y la disciplina en las marchas. En su trabajo era auxiliado por clases que recorrían las postas y lo informaban de todo lo que ocurría. Donde y como podía, anotaba con cuidado los sucesos del campamento y los informes de la guardia.

El clarín de órdenes
Para transmitir las órdenes a la tropa, los jefes contaban con un corneta o clarín. El corneta estaba junto a ellos en todo momento, indicando con sus toques todos los movimientos a realizar. El corneta anunciaba: diana, retreta, las formaciones y llamadas en los campamentos, doblar a la izquierda o a la derecha en las marchas, fuego. Un buen corneta de órdenes se aprendía los toques del enemigo y podía facilitar a sus jefes una pequeña ventaja de tiempo en el combate, al avisarlos de los movimientos que la tropa enemiga se proponía realizar.

Al encontrarse muy cerca del enemigo, el corneta, si era necesario, tacaba su instrumento a la sordina, esto es, atenuando el sonido con una especie de tapón o simplemente un trozo de tela o su sombrero. De esta forma la orden era escuchada sólo por sus compañeros.

Los mambises avanzan
Las parejas de exploradores se movían abriendo el camino, eran gente experta en descifrar los rastros más leves. Tras los exploradores, guardando la distancia, cabalgaba la vanguardia, formada por los mambises más disciplinados: la escolta de la Jefatura. Tras ellos, los oficiales, el abanderado, los ayudantes y el corneta encargado de transmitir las órdenes con sus toques a toda la tropa. Los seguían los escuadrones, salían parejas al galope, revisaban los matorrales y volvían a incorporarse a la tropa: eran flanqueadores, que en ejército cubano realizaban su trabajo sin necesidad de órdenes previas.

Minutos después, llegaba la infantería, siguiendo a sus oficiales, los cuales montaban los caballos inservibles para la caballería. A continuación aparecían los convoyes de la impedimenta, con mulas y carretas cargadas de equipos; después, los heridos, las mujeres y niños; y tras ellos, reclutas desarmados, reses para alimentar a la tropa y caballos de reserva. Algunos jinetes armados, escoltando a todo ese grupo, se movían de aquí para allá, haciéndolo apurar el paso. Para finalizar el desfile, iba la retaguardia.

Los mambises descansan

Mambises cubanos
El personal que no estaba de servicio era considerado como de franco y podía moverse fuera del área del campamento; si se lo permitían sus jefes. Después de las marchas, el soldado franco de servicio se podía entregar al descanso. Esto es: curar y cepillar su caballo, revisar y reparar su equipo, el calzado, limpiar sus armas, asearse, forrajear comida, por el monte y en las fincas de los alrededores, traerla al campamento y prepararla, estar presente en los pases de lista al amanecer, al atardecer y antes de la retreta, a la caída de la tarde.

A esa hora, preparaba la hamaca de lona o cabuya, o acondicionaba un lugar en el suelo para dormir, sobre una piel de vaca o una parrilla. Por las noches era tradicional en algunas fuerzas mambisas organizar un baile, adonde asistían los campesinos de las prefecturas. A las 8 de la noche se tocaba silencio y la tropa se iba a dormir hasta las cuatro y media o cinco de la mañana, o, en casos de urgencia, hasta las tres de la mañana.

Menú mambí
En el menú mambí eran cotidianos la harina de maíz y el casabe. Otros sabores los proporcionaba la manteca de coco y el palmito. Como recipientes se utilizaban las jícaras de güira, las más grandes llamadas bangañas. En las comidas aparecían desde las cucharas militares de campaña, de acero, hasta las de madera, y platos de palo, llamados balayes. La naturaleza abastecía a las tropas mambisas de frutos como plátanos, jobos, hicacos, guayabas, mangos (que a veces freían con sebo) y otros como la cañandonga. En las prefecturas y en el monte crecían conucos cimarrones de viandas, como reserva para los heridos. La miel de abeja sustituía al azúcar a la hora de de beber café o chocolate. La sal era muy escasa y a veces faltaba del todo en las cocinas de los campamentos.

Servicio de Vigilancia de Costas (SVC)
Los hombres del SVC eran los encargados de recibir y escoltar las expediciones que traían pertrechos procedentes del extranjero, con destino al Ejército Libertador. Para ello montaban guardias nocturnas en las costas, encendiendo hogueras. Este servicio era anexo al Ejército Libertador y dependiente del General en Jefe. Impedía la salida de individuos del territorio a su cargo si estos no llevaban la autorización correspondiente; también facilitaban la salida de heridos o enfermos graves y oficiales con misiones al extranjero. Evitaba además la explotación de artículos comerciales.

Las expediciones
Con el sacrificio de los cubanos desterrados, especialmente los tabaqueros de Cayo Hueso y Tampa, se recaudaron fondos que sirvieron para comprar armas, pertrechos, medicamentos y equipos para el Ejército Libertador. Los pertrechos se disfrazaban en cajas con letreros de firmas comerciales, como máquinas de coser, u otros artículos.

Los laborantes
Los españoles llamaban así a los patriotas de los pueblos y ciudades; laborante tenía el sentido de ¨intrigante¨. Los laborantes enviaban al campo insurrecto medicinas, municiones, periódicos y correo, así como datos sobre las fuerzas españolas y sus posibles movimientos. Recibían de los mambises correspondencia para enviar al extranjero y las noticias de los combates, para divulgarlas entre la población. Facilitaban planos de las calles y los edificios, el número de soldados enemigos y movilizaban, en secreto, a los simpatizantes con la causa independentista, cuando se decidía atacar algún poblado. También retrasaban las comisiones españolas, como en el caso de los telegrafistas, o las hacían imprecisas o confusas.

Los pacíficos
A los habitantes del campo que no se decidieron a participar en la guerra se les llamó ¨pacíficos¨. Estos hombres se limitaban a trabajar la tierra y esconder sus productos. Los pacíficos del campo y de los pueblos se quejaban de la guerra, porque no se les permitía practicar el comercio de sus productos (miel, tabaco, maderas, etc.), que estaba prohibido por el Ejército Libertador, pues con ello se ayudaba al enemigo.

Los pacíficos temían al Ejército Libertador porque tomaba sus productos, necesarios para la guerra; y a los españoles por su ferocidad. Se unían a la impedimenta de las fuerzas mambisas para escapar de las contraguerrillas y, pasado el peligro, volvían a sus casas. Los majases y plateados los merodeaban. Los primeros para pedirle comida; los segundos, para asaltarlos y arrasar sus propiedades.

Los majases
Los mambises que se fingían enfermos o inventaban cualquier excusa para eludir el servicio militar eran conocidos como majases. Algunos, después de haber sido heridos realmente, no se incorporaban a la lucha y se quedaban escondidos en el monte, engordando con la comida que pedían a los pacíficos.

Cuando las fuerzas libertadoras los encontraban, volvían a incorporarlos a la tropa por la fuerza, degradándolos, quitándoles las armas de fuego y colocándolos con la impedimenta, hasta que volvieran al combate y consiguieran sus armas de fuego. Estos majases eran objeto de bromas y burlas por los combatientes; pero no eran considerados traidores, como los presentados… a no ser que algún majá se convirtiese en un plateado.

Composición del ejército mambí
Artillería
Como piezas de artillería de los mambises se puede mencionar los cañones de cuero. Probaron, también, a hacerse de una artillería con cañones de madera. Este tipo de cañón se ataba a los árboles antes de ser disparado. Era muy peligroso para los hombres porque se deshacía en muy pocos disparos o, a veces, al primero.

Algunas veces los mambises cubanos arrastraron cañones viejísimos, los cuales trataban de arreglar, y por eso guardaban celosamente cualquier pieza de repuesto capturada al enemigo en los combates. Después, intentaban averiguar para qué podría servirles. En general, los artilleros cubanos no tenían mucha experiencia y no lograron aprovechar las pocas piezas que consiguieron, además, no disponían de suficientes municiones. El deseo de los mambises de contar con una artillería de apoyo los hacía irse encima de las piezas españolas en cuanto tenían la oportunidad, con el afán de capturarlas.

Los ingenieros
Aunque el nombre es muy altisonante, se refiere a los mambises entusiastas en el uso de la dinamita. Los zapadores mambises del cuerpo de ingenieros, al contrario de los españoles, encargados de la construcción de obstáculos y fortificaciones, se ocupaban de colocar minas de dinamita contra la infantería enemiga, los puentes ferroviarios y de la voladura de locomotoras en marcha. Cuando no disponían del explosivo, averiaban los rieles de las líneas férreas y los postes de telégrafos.

La infantería
Los soldados de infantería, eran una buena fuerza, muy mal equipada y municionada pero, mambisa al fin, muy corajuda. Al contrario de la táctica enemiga, la infantería cubana servía para apoyar las maniobras de la caballería.

La infantería estaba formada por compañías. Cada compañía estaba integrada por cuatro oficiales; un capitán, un teniente y dos alféreces, trece clases: un sargento primero, tres sargentos segundos, ocho cabos, un corneta y 48 números o soldados rasos. Cada compañía se dividía en dos secciones. Cada sección en dos escuadras. Seis compañías formaban un batallón. Los batallones estaban al mando de corones, tenientes coroneles y comandantes.

La caballería
Era el cuerpo más importante del Ejército Libertador y en él se basaban la gran mayoría de las operaciones. Las fuerzas de caballería estaban formadas por escuadrones. Los escuadrones los integraban cinco oficiales: un Comandante (Militar), un capitán, un teniente y dos alféreces; trece clases (un sargento primero, tres sargentos segundos, ocho cabos y un corneta); y 76 números o soldados rasos. Muy raramente contaban con un talabartero y un mariscal o encargado de cuidar los caballos. Cada escuadrón se dividía en dos secciones y cada sección en dos pelotones. Cuatro escuadrones formaban una brigada, al mando de un general de brigada o un coronel, un teniente coronel y los oficiales de los escuadrones; además, un teniente ayudante y un alférez portaestandarte de la jefatura.

Las prefecturas
Los territorios bajo el control de los mambises estaban atendidos por las prefecturas. El jefe de esos territorios tenía el cargo de prefecto, o gobernador militar y su segundo, un subprefecto. El responsable civil, una especie de administrador, era el preboste. En las prefecturas se atendía el cultivo para las fuerzas libertadoras y se fabricaba equipo de guerra en los talleres.

Allí también se cuidaba a los heridos en los hospitales de sangre. Otra actividad de las prefecturas era dar curso al correo mambí, a través de postas entre una prefectura y otra; mantener contacto con los laborantes de los poblados y ciudades, de quienes obtenían alguna cantidad de medicinas, periódicos y, a veces, pertrechos.

Si era posible se improvisaban pequeñas escuelas. Para enseñar las letras se dispuso- alguna que otra vez- de cartillas impresas en talleres mambises. Las prefecturas contaban con alguna cantidad de hombres armados para defenderse, por lo general tan pocos, que casi nunca esto resultaba posible. La guardia se limitaba a disparar sus armas contra el enemigo, para que el sonido de los tiros avisara a los hombres, mujeres y niños que debían huir monte adentro, o soplaban unos fotutos o guamos de alarma que se oían a gran distancia.

Los talleres
Se organizaron talleres que producían sombreros, calzado, cartucheras, cabos para machetes y cuchillos, fundas para unos y otros, machetes como tal, sogas, etc. Las talabarterías procesaban el cuero de las reses para hacer cintos, vainas, bandoleras, fustas, monturas, sudaderos y serones,etc. Se trabajaba precariamente la herrería, e incluso, se organizaron armerías que procuraban reparar rifles, revólveres y fusiles. Los talleres estaban siempre bajo la amenaza de los ataques de las contraguerrillas y de las fuerzas españolas.

Los hospitales de sangre
Los llamados hospitales de sangre se construían en lugares intrincados, casi imposibles de encontrar a simple vista. En viejas y ruinosas casas y varaentierra se curaba a los heridos y a los enfermos de fiebre. Mujeres ancianos y niños atendían sin descanso los hospitales: lavaban los vendajes, preparaban los alimentos y se ocupaban de buscar viandas y carne para los heridos. Muchos hospitalizados morían a causa de la falta de medicamentos. Para cauterizar una herida, se utilizaba potasa de leña verde, aplicada con baquetas de fusil al rojo vivo. Para las heridas graves se empleaba ácido carbónico y se dejaba el resto a la naturaleza.

Grados militares
Artículo principal: Ejército Libertador.
Los mambises utilizaron estrellas doradas y plateadas para señalar los grados de los jefes y oficiales, y pasadores, en forma de barras plateadas, para las clases. Los grados se colocaban sobre un pedazo de tela de color, según el cuerpo armado al que se perteneciese. Los soldados españoles que se pasaban al Ejército Libertador mantenían sus grados militares dentro de las filas mambisas, así como su armamento.

Armamento
Armas blancas
Aunque usaban cuchillos, hachas pequeñas, bayonetas y sables (estos dos últimos generalmente arrebatados a los españoles); el machete, instrumento de trabajo, devino en la predilecta y terrible arma en poder de los combatientes cubanos. Llegó a ser el arma básica, incluso sino se tenía un arma de fuego, el que poseía un machete podía dar férrea batalla a los soldados de la metrópolis. Había muchos tipos de machetes:

paraguayos
filipinos
mocha o machete cañero
quimbos
calabozos
lenguas de jubo y otros.
Con ellos, a galope contra el enemigo, o en cargas al machete a pie, los mambises derrotaron infinidad de veces a las tropas españolas, armadas de el moderno armamento de la época.

Armas de fuego
Contra los Remington del soldado de línea español en la Guerra del 68, el mambí disparó con:

Viejos fusiles de pedernal como los Kentucky (con un siglo de atraso)
Fusiles de chispa, como los trabucos y yeguas de boca de jarro, que se cargaban por el cañón con balas redondas o cualquier cosa que sirviera de proyectil: clavos, puntillas, pedazos de barrotes de ventana.
Rifles que se cargaban con cartuchos de papel
Carabinas de percusión
Fusiles de retrocarga que usaban cartuchos metálicos, como los Peabody, Spencer, Henry, Tower, Springfields de pelota o bala Minié y otros.
Variados révolveres de la época.
Las vainas de los cartuchos disparados se recuperaban para ser recargadas. Los proyectiles se moldeaban con plomo en unas tenazas llamadas "baleros". Las vainas se recogían en los combates, pero también habían trucos para obtenerlas de enemigo. Como por ejemplo cuando se detectaba una columna española que andaba marchando, se enviaban parejas a tirotearlas. Los españoles contestaban el fuego derrochando tiros y luego seguían con su marcha. Entonces los mambises iban al camino y recogían las vainas disparadas por la columna.

En la Guerra del 95, los españoles disponían del fusil Máuser, de cerrojo y pólvora seca. Los mambises no mejoraron mucho, pues siguieron utilizando, en general, los mismos fusiles de la Guerra del 68, a excepción de los Remington, preparados para disparar los cartuchos del Máuser (que llamaban de calibre fino) y los Winchester de repetición, de 20 tiros, que eran armas de caza. Los fusiles Máuser capturados eran entregados a los soldados más destacados en la técnica de disparar con puntería. Cuando un mambí portaba un Máuser era mirado con respeto.

El uniforme
El Ejército Libertador no tenía trajes uniformes. Cada soldado u oficial vestía como le era posible. El mambí estaba complacido si tenía un fusil, un machete y un sombrero. La gran mayoría de los combatientes andaban con la ropa desbaratada por el uso. Los oficiales vestían mucho mejor, por ejemplo, una muda de tela de Rusia, que era una especie de mezclilla o dril.

En una escuadra podían mezclarse camisetas de distintos colores, diferentes pantalones, filipinas, guayaberas, chalecos, mantas, capotes, capas de hule, yaguas, etc. Los mejor equipados podían llevar polainas de cuero o de lona. El calzado bajaba de calidad desde la bota hasta la alpargata y las llamadas cutaras. Incluso, se hizo ropa de la corteza de la guacacoa, y para coser, a falta de aguja e hilo, se usaron espinas de penca de corojo, las cuales, secas, se trabajan hasta hacer hilo.

La disciplina
En un corto tiempo el Ejército Libertador estableció la más estricta disciplina entre sus combatientes, los cuales se comportaban con la mayor corrección tal y como exige la vida militar. * Los subordinados se dirigían a los superiores saludándolos militarmente y tratándoles de usted, aunque entre todos lograban un ambiente de amistad y camaradería.

Los soldados rasos eran llamados ¨números¨.
En los campamentos se pasaba lista a a la tropa tres veces al día y se leían las ordenanzas, esto es, las regulaciones, disposiciones y órdenes interiores de cada fuerza.
Estaba estrictamente prohibido emplear lenguaje irrespetuoso y grosero, los juegos de azar (dados, barajas, etc.) y el consumo de bebidas alcohólicas.
Los delitos como robo, violación o insubordinación eran castigados con severidad. Para juzgar estos casos se realizaban Consejos de Guerra. Los castigos podían ser desde un planazo de machete , en el mismo momento de cometer la indisciplina, el cepo de campaña o recargo de servicio y la degradación, hasta el trabajo forzado en el campamento para las faltas más leves.
Eran consideradas faltas leves el descuido del caballo o el equipo, quitar municiones a los compañeros, faltar a los pases de lista, etc.
El fusilamiento era para los delitos graves. Para los traidores, contraguerrilleros, plateados o los emisarios y parlamentarios que se presentaban con proposiciones de paz, no basadas en la independencia de Cuba, el castigo era la horca.
Si los castigos eran duros para los números y las clases, para los oficiales eran tremendos, pues estos siempre debían dar el ejemplo para la tropa.
La sanidad militar
La sanidad militar hizo cuanto estuvo a su alcance para atender a las tropas mambisas, aunque prácticamente contaba con muy poco material médico y condiciones nada ideales para la instalación de hospitales. Cientos de médicos se incorporaron y combatieron en las filas del Ejército Libertador. Los médicos marchaban con la tropa, atendiendo sin descanso a los heridos y enfermos.

Véase también
Machete
Machete mambí
Ejército Libertador
Prefectura mambisa
República de Cuba en Armas (1869-1898)
Guerra de los Diez Años (1868-1878)
Guerra Chiquita
Guerra Necesaria
Bibliografía
Ibarra, Jorge. Historia de Cuba. Las luchas por la independencia nacional y las transformaciones estructurales 1868-1898. Editora Política. La Habana. Editora. 1996.
Padrón, Juan. El libro del mambí.
Castellanos, Adolfo G.:Libertad, Cuba y su apóstol. Ed.La Rosa Blanca, La Habana, 1890.
Collazo, Enrique: Desde Yara hasta el Zanjón. Centenario 1868, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1973.
Camps y Feliú, Francisco: Españoles e insurrectos. La Habana, 1890.
Varona Guerrero, Miguel: La Guerra de Independencia en Cuba, 1895-1898. Volúmenes I, II y III. Editorial Lex, La Habana, 1941.
Moreno Fraginals, Manuel, "Cuba-España, España-Cuba Historia común". Grijalbo Mondadori. Barcelona, 1995.
Emilio de Diego García, Weyler, de la leyenda a la Historia. Fundación Cánovas del Castillo, Madrid, 1998.
Gabriel Cardona y JuanCarlos Losada, "Weyler, nuestro hombre en La Habana" . Planeta, Barcelona, Segunda edición 1988.
Perinat Mazeres, Santiago, "Las Guerras Mambisas".Ediciones Carena, Barcelona, 2002.
Fuentes
http://www.adelante.cu/index.php/noticias/nacional/1903-mambises.html Periódico Adelante
https://es.wikipedia.org/wiki/Ej%C3%A9rcito_Mamb%C3%AD
https://es.wikipedia.org/wiki/Mambises
http://mundo.sputniknews.com/entrevistas/
http://acernuda.com/2016/05/juan-ethnnius-mamby-la-etimlogia-la-palabra-mambi.html Acerca de la palabra Mambí.


Mambises. 
Vocablo, de formas sustantivas y adjetivas, que se aplica a los combatientes que enfrentaron al dominio español en la isla de Cuba, entre ellos los cubanos separatistas, esclavos africanos que buscaban su libertad y otros que estaban contra España.
Activa 1868-1898
País Cuba Bandera de Cuba
Fidelidad República de Cuba en Armas
Rama Ejército de tierra
Tipo Ejército independentista
Función Abolición de la esclavitud (1868-1880)
Independencia de Cuba (1868-1898)
Tamaño 50 000 Comandantes
Comandantes
notables * Carlos Manuel de Céspedes
Máximo Gómez Baez
Antonio Maceo y Grajales
José Maceo y Grajales
Ignacio Agramonte y Loynaz
Calixto García Íñiguez
Henry Reeve Carroll
Vicente García González
Serafín Sánchez Valdivia
Julio Sanguily Garritte
Juan Bruno Zaya
Cultura e historia
Mote Insurrectos, pillos, manígüeros, mambises
Lema ¡Viva Cuba libre!
Colores Rojo, Blanco y Azul
Himno Himno de Bayamo o Bayamesa
Aniversarios 10 de octubre

Así se les llamó a los combatientes que lucharon por la libertad de Cuba en las gestas independentistas del siglo XIX, entre éstas personas que enfrentaron al dominio español en el archipiélago cubano, se encontraban cubanos separatistas, esclavos africanos que buscaban su libertad, emigrantes chinos y muchos otros que estaban contra España; librando la Guerra de los Diez años, la Guerra Chiquita y la Guerra necesaria, venciendo en la práctica al ejército peninsular cuando Estados Unidos escamoteó su victoria interviniendo con la Guerra hispano-cubana-norteamericana garantizando así la dominación neocolonial sobre la mayos de las Antillas.



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Importancia de los macheteros en las Fuerzas Armadas de la Republica Dominicana
Curso Operaciones Terrestres Fronterizas (Macheteros), del Ejercito de la República Dominicana




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GUERRA DE CUBA

El falso mito de las «heroicas» cargas con machete de los rebeldes cubanos: un intento de deshonrar a España
Incluso historiadores americanos recientes han defendido que «fue un rasgo distintivo de la osadía de los insurrectos y de la incompetencia de los españoles», pero algunos estudios recientes y testimonios de la época demuestran que ni fueron tan numerosos ni tan eficaces
El falso mito de las «heroicas» cargas con machete de los rebeldes cubanos: un intento de deshonrar a España
ISRAEL VIANA

21/05/2020
Actualizado a las 07:48h.


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Uno de los aspectos más llamativos de la Guerra de Cuba es el de las heroicas y valientes cargas con machete difundidas por los insurrectos. Una escena que fue recreada en cientos de dibujos de la época, así como en libros y películas posteriores, que ayudaron a perpetuar un mito en el que los soldados españoles aparecían, por lo general, huyendo aterrorizados a pesar de su evidente superioridad armamentística. Ya lo decía, incluso, el historiador estadounidense John Lawrence en su libro «Guerra y genocidio en Cuba» (Turner), hace solo 12 años: «El machete vino a ser un rasgo distintivo de la osadía de los cubanos y de la incompetencia de los españoles».

Han sido muchos los expertos que han intentado alimentar esta idea de un pueblo mal armado que se impone contra un ejército muy superior tecnológicamente hablando solo con los machetes habitualmente utilizados para las labores agrícolas. «A priori, parece difícil aceptar que estos machetes pudieran resultar más efectivos que un fusil Mauser alemán modelo de 1893, que era el utilizado por España en dicha contienda y que, sin duda, era uno de los mejores de su época», apuntaba Juan Antonio Martín Ruiz en su artículo «Sobre el mito de la carga al machete en la Guerra de Independencia de Cuba», publicado en 2018 en la «Revista de Historia Militar» .


¿Fueron, entonces, tan efectivos? Según el historiador José Manuel Guerrero Acosta, la realidad fue muy distinta. «Estos fantasiosos macheteos multitudinarios fueron escasos, por no decir contados con los dedos de una mano, pero a la historiografía propagandística de la Cuba revolucionaria le gustó mucho reiterar en esa imagen», explica en «El Ejército español en Ultramar y África, 1850-1952» (Acción Press, 2003).

La prensa española
En la misma prensa española encontramos algunos ejemplos que parecen apoyar esta hipótesis. «Aquella guerra no se parece a ninguna otra del mundo. Los ataques con bayoneta, las cargas de caballería, los encuentros a machetazos y la lucha cuerpo a cuerpo, que apenas se registran ya en las crónicas de las batallas modernas, realzan el valor de los que pelean y acreditan una vez más la constancia o el carácter intrepido de nuestra raza», apuntaba «La correspondencia de España» en marzo de 1896, que informaba días después de «una violenta carga a machete sobre una sección de soldados de Tarragona». Y que en agosto era acompañado por otra noticia de «La Ilustración Ibérica» que detallaba otra «carga al machete, con gran ímpetu, a consecuencia de la cual quedó macheteado un soldado y otro herido gravemente».

Tal fue el afán por perpetuar esta idea que, incluso, se llegó a rodar una película en 1969 con el título de «La primera carga al machete», en la que el director cubano Manuel Octavio Gómez contaba la supuesta primera acción de este tipo protagonizada por el Máximo Gómez , durante la Guerra de los Diez Años, el 4 de diciembre de 1868. Sin embargo, el mismo líder independentista ya reconocía en su diario que había ordenado carga igual tiempo antes en la localidad de Baire.

Martín Ruiz sostiene que fueron la prensa cubana y estadounidense quien difundió con suma eficacia las grandes victorias de los insurrectos con sus «temibles» cargas a machete, aunque la propia prensa española también ayudó al contar con todo lujo de detalles los ataques sufridos por sus soldados. Sirva como ejemplo el tristemente célebre Jerónimo Blanco Incógnito, que fue rodeado por varios enemigos de la partida de Maceo y cosido a machetazos. Al salvar la vida, su historia fue ampliamente difundida por periódicos como «El País» , que en su edición del 7 de julio de 1895 hasta entrevistaba al protagonista bajo el titular de «Doce contra dos mil». Pero también se puede achacar a las circunstancias políticas por las que atravesó Cuba después de obtener su independencia en 1898, cuando Estados Unidos pasó de aliado a enemigo y surge la necesidad de no transmitir al futuro la idea de que sin ellos no lo habría logrado.

Los soldados españoles, armados con Maüsers, preparados para una emboscada en 1895.
Los soldados españoles, armados con Maüsers, preparados para una emboscada en 1895. TRELLES
Necesidades políticas del mito
«No cabe duda que el machete fue un arma muy empleada en las contiendas que llevaron a Cuba a su independencia a lo largo del siglo XIX. Ello se debe tanto a que era un objeto sumamente extendido entre la población, como a la escasez de fusiles y municiones que solían padecer los sublevados. Sin embargo, la carga al machete ha sido claramente mitificada hasta convertirse en el emblema de un pueblo en armas que se alza contra un opresor mejor armado. Un hecho que, de paso, soslaya el amplio apoyo que tuvo la causa española entre los insulares, hasta el extremo de que decenas de miles de ellos tomaron las armas para luchar contra los sublevados», opina el historiador.

Este investigador no duda de que el machete no fuese un arma utilizada por los mambises y que pudo causar miedo a algunos soldados españoles, pone en duda el protagonismo que tradicionalmente le ha otorgado la historiografía cubana como un elemento decisivo en los combates. De hecho, de los tres tipos diferentes que se usaban –los llamados de «calabozo», los de «media caña» y los de «chapeo»– solo el último se usaba para luchar, ya que tenía una hoja más estrecha y larga que un sable, aunque fuera más pesada. «El machete es un arma de campo, más propia para abrirse paso en la manigua y chapear, que para el combate, pues, lejos de estar convenientemente nivelado, tiene mayor peso en la punta, con objeto de favorecer el corte de materias duras», subrayaba ya Antonio Díaz Benzo en 1897.

En la última etapa de la guerra de independencia podemos encontrar algunos ataques exitosos con machete de los separatistas, como aquel de junio de 1895 sufrido por 80 guerrilleros españoles entre Manzanillo y Yara. Regresaban de reparar una línea telegráfica y fueron víctimas de una emboscada en la que murieron 20 de ellos y otros 15 resultaron heridos. O el ataque por sorpresa en Santa Clara, en febrero de 1897, sobre una pequeña columna de 90 efectivos que acabó con 64. El más famoso, sin embargo, fue el de Maltiempo, el 15 de diciembre de 1895, cuando Máximo Gómez y Antonio Maceo se lanzaron sobre una pequeña columna de 300 españoles y produjeron, según el parte oficial de los cubanos, 201 bajas por 27 propias. Pero lo cierto es que, actualmente, se considera más ajustada a la realidad la cifra de 65 muertos y 40 heridos españoles, por seis y 46 de los contrarios.

Más fracasos que triunfos
«En las fuentes consultadas se advierte que fueron más numerosos los ataques con machete que terminaron en sonoro fracaso para los agresores, que aquellos en los que triunfaron, tanto en combates de cierta envergadura como en otros de menor entidad. Incluso a lo largo de la Guerra de los Diez Años, la estrategia del cuadro utilizada por el Ejército español sacó a sus tropas de más de un apuro», explica el historiador en su artículo.

En este sentido podemos recordar la acción de 1895 en Dos Ríos, donde una columna española rechazó hasta 11 cargas al machete por parte de 500 jinetes al mando de Máximo Gómez y José Martí , quien cayó muerto en la lucha. También el que tuvo lugar ese mismo año en Cayo Espino, cuando 2.400 independentistas al grito de «al machete» se lanzaron contra 250 soldados españoles y no solo fueron rechazados, sino contestados con varios avances a punta de bayoneta que mató a 42 enemigos. O los poco más de 60 españoles que resistieron en noviembre en Ojo del Agua contra las acometidas de 1.200 insurrectos al mando de Rego e Ignacio Suárez.

El mismo Gómez lo refrendaba tras un ataque realizado en abril de 1896 con 5.000 hombres contra una columna española que logró resistir hasta la llegada del general Godoy. «Merece consignarse el hecho de que, habiendo atacado constantemente al machete, no hay en las columnas ni una baja producida por esa arma», declaró el líder de los rebeldes en su informe.

Esto se demuestra rápidamente con los datos médicos ofrecidos por los facultativos españoles de la Guerra de Cuba. En 1896, el Ejército español tuvo 4.187 heridos, de los que solamente el 13% lo fueron por el empleo de este arma. Martín Ruiz recoge como ejemplo el Hospital de La Habana, que ese mismo año asistió a 776 soldados, de los que solo 15 presentaban golpes de machete. Y en la Clínica de Heridos y Cirugía del Hospital Militar Alfonso XIII, cerca de la capital, cuyos heridos por machete entre mayo de 1896 y octubre de 1898 solo eran el 2,65%. «Sorprenderá quizá esta exigua proporción de heridos de machete, cuando tanto se ha hablado y exagerado respecto a esta temible arma de los insurrectos. Nosotros, que hemos operado con las columnas en las dos guerras de Cuba, sabemos que los insurrectos cargaban muy pocas veces con el arma blanca contra nuestras tropas. Y si lo han hecho, ha sido únicamente cuando su número era muy superior al nuestro», aseguraba un médico de este último, Federico Baeza Gozalbes, cuyo testimonio fue recogido en «Contribución a la historia médico-quirúrgica de la última campaña de Cuba. Hospital Militar Alfonso XIII» (1899).


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Comportamiento clínico y quirúrgico de las heridas por machete en cráneo en el periodo comprendido de Enero 2009 a Diciembre 2013 en el Hospital Escuela Antonio Lenin Fonseca
Zapata Vega, Luis Roberto (2014) Comportamiento clínico y quirúrgico de las heridas por machete en cráneo en el periodo comprendido de Enero 2009 a Diciembre 2013 en el Hospital Escuela Antonio Lenin Fonseca. Otra thesis, Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua, Managua.

Machete de Entrenamiento: 

Machete de entrenamiento fabricado en PP para la práctica segura y realista de agresiones y desarmes contra arma blanca en Defensa Personal.

• Composición 100% PP: plástico ligero, resistente y económico ideal para el entrenamiento con armas.
• 65cm de largo total para un tamaño realista.
• Mango texturizado para un agarre más fuerte contra el sudor.
• Concebido para ayudar a instructores y alumnos a dominar el manejo de las técnicas de defensa personal y con armas.

https://fujimae.com/es/cuchillos-de-entrenamiento/7948-machete-training.html



¿Qué es una arma blanca? 

https://emssolutionsint.blogspot.com/2023/02/que-es-una-arma-blanca.html


Dr Ramon REYES, MD,
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